Algunas cosas que desconoces de la cultura tehuelche


Tehuelches, patagones o aonikenk… no importa como los llamemos, la historia milenaria de este pueblo fueguino que vivía cerca de los glaciares es fascinante. Por muchos siglos habitaron las llanuras patagónicas, justo en el Estrecho de Magallanes y muy pronto la literatura europea creó un aura de mayor misticismo alrededor de ellos. Te explicaremos las razones.

 

Los tehuelches y su leyenda

 

Los tehuelches sorprendieron a los europeos en un primer momento por su estatura, de hecho, algunos llegaban a medir hasta los 2 metros de altura. Al verlos por primera vez, los bautizaron como “patagones” y esto hizo extender en Europa la historia de los gigantes de la Patagonia chilena, hombres muy altos y de enormes pies que dejaban unas inmensas huellas en cada pisada.

 

Su organización social

 

Los tehuelches eran nómadas y vivían en tribus, ya por el siglo XVIII gracias a su hábil manejo del caballo, ampliaron el alcance de su territorio y, además, se dedicaron a la cría de ovejas y otros vacunos como medios de subsistencia

El jefe de la tribu era un cacique, quien era el encargado de organizar las cacerías; sin embargo, no era un líder político. En el caso de guerras, los diferentes caciques se reunían para planear la estrategia.

Los viejos y las mujeres se dedicaban a la medicina o curar enfermos con procedimientos naturales o “mágicos”. Mientras tanto, los hombres jóvenes eran formados como guerreros. No obstante, hay que destacar que los tehuelches llegaron a establecer una buena relación con los españoles.

 

Costumbres sociales, ritos y lengua

 

Los tehuelches enterraban a los muertos, pero creían que si era un joven el fallecido entonces su alma vagaba en pena y quedaba prisionero en la tierra de los vivos. A los muertos los enterraban con sus objetos personales, en posición fetal y mirando hacia el Oriente.

También, efectuaban rituales de iniciación. Por ejemplo, una mujer embarazada debía evitar el contacto sexual con su pareja. Al recién nacido se le pintaba de color blanco y después se le asignaba un nombre que por lo general estaba asociado al alumbramiento, el nombre de algún familiar muerto o sus características físicas.

Otra ceremonia es la de “los aros”, momento en que a las niñas se les perforaban los lóbulos de las orejas (al niño sólo un lóbulo) y, una última ceremonia llamada “la casa bonita”, donde se preparaba a la joven para contraer matrimonio.

Hoy en día, su lengua conocida como aonikaish está extinta y se caracterizaba por ser aglutinante, además de estar clasificada dentro del tronco lingüístico Tshon o Chon.

 

El arte era su principal manifestación

 

La pintura era su principal manifestación cultural. Utilizaban sus cuerpos como lienzos para crear pinturas, especialmente en el momento de alguna ceremonia o para protegerse del clima. También se tatuaban la piel, los motivos eran principalmente geométricos e incorporado figuras de la naturaleza.

Manejaron la baraja española, pero adornado con sus propios motivos. Además, ellos mismos fabricaban instrumentos musicales como el quera, una especie de bombo que les servía para comunicarse a distancias largas; el rambo que era similar a una flauta y se fabricaba con el fémur del guanaco y el chelper, que se hacía a partir del cuero y las pezuñas del guanaco y se usaba como pulsera sonajera.

¿Te gustaría hacer un recorrido por las tierras que alguna vez habitaron los tehuelches? En la ruta de los glaciares de los cruceros Skorpios por la Patagonia chilena puedes seguir sus huellas y conocer la verdadera esencia de este pueblo.