La curiosidad del ser humano puede llevarlo a muchos lugares, a sitios increíbles que no conoce y a preguntarse sobre las grandes interrogantes de la vida. Y si bien vamos aprendiendo a medida que recorremos el camino, es cierto que cada lugar tiene su propia identidad e historia en particular.
En el caso de la comunidad tehuelche, la leyenda de Kospi cuenta la historia sobre el origen de las flores, qué hubo antes de estas y cómo, en una historia de deseo, encierro y felicidad, vieron la luz por primera vez en los confines del mundo.
A continuación, te contamos esta hermosa historia que, desde la sabiduría y tradición tehuelche, te cautivará.
La leyenda tehuelche: creación de las flores
Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo las plantas no daban flores en la primavera, solo daban el verde que cubría a la Patagonia y, además, los tehuelches vivían con los dioses en la naturaleza. En ese periodo, vivía una hermosa joven llamada Kospi, quién era admirada por todos por su gran belleza y sencillez; tenía los ojos grandes y dulces, una cabellera larga y negra digna de admiración y una sonrisa tímida, pero alegre.
Kospi tejía mantas y las pintaba como lo hacían todas las mujeres tehuelches. Un día, una gran tormenta azotó el campamento y la joven salió a la entrada del kau (toldo) de sus padres para ver la lluvia, fue entonces cuando Karut, el dios del trueno, la vio y quedó maravillado con su belleza. Se enamoró de ella instantáneamente, pero no pensó que ella podría amarlo de vuelta, él era tosco y bruto y ella delicada y hermosa; se sintió desolado por eso y decidió que lo mejor que podía hacer era raptar a Kospi.
Karut agarró a la joven y se fue retumbando por el cielo hasta llegar a la alta y nevada cordillera, ahí la escondió en un glaciar y se fue. Kospi lloró desolada por días y su pena empezó a enfriar su cuerpo hasta congelarse y hacerse hielo, convirtiéndose así en parte del glaciar. Cuando volvió el dios del trueno unos días después a verla, no la pudo encontrar y se enfureció al pensar que había escapado; gritó de ira y desesperación.
Las nubes, al escucharlo, se estremecieron y comenzó a llover. Llovió sobre el glaciar durante días y este se derritió junto con el espíritu de Kospi, bajó por las montañas como agua hasta llegar a los valles y empapó la tierra. Al salir el sol, la joven sintió la necesidad de salir a ver la luz y sentir el calor del día en su piel, trepó por los tallos de las plantas y cuando llegó a la punta florecieron las primeras flores en la Patagonia chilena. Por esta razón, los tehuelches llaman a los pétalos de las flores: kospi.
Lugares habitados por los tehuelches
Los tehuelches vivían entre el río Negro y el Estrecho de Magallanes, rodeados por las bellas flores de la Patagonia, como el botón de oro, preciosa flor amarilla que huele a miel, o la yaoyín que comen los animales autóctonos. Al ser un pueblo nómade que vivía de la caza de guanacos y la recolección, recorrían múltiples territorios australes dependiendo de las estaciones y lo que les diera la tierra.
Estos preciosos paisajes pueden ser explorados con los cruceros turísticos Skorpios, como los bellos glaciares donde Kospi se congeló y dio vida a la leyenda de la creación de las flores.