Los ríos australes contra la marea roja


Si hablamos de “Floraciones Algales Nocivas” (FAN), quizás el concepto no nos represente gran cosa. Sin embargo, al decir “marea roja” -el otro nombre con que es conocido el fenómeno- cambia el escenario. Es un término profusamente mencionado en los noticieros -con énfasis en los de la zona más austral de nuestro país- y nos genera, por lo menos, inquietud. ¿Por qué los pobladores y autoridades locales están tan preocupados? ¿En qué nos afectan eventos como éste? ¿Comprendemos a cabalidad su significado?

Lo primero que debemos saber es que este evento implica una proliferación desmedida de fitoplancton, producto de una disminución en los caudales de agua dulce que desembocan en el mar. Un evento reciente de marea roja en Chile ocurrió a principios de 2016 (pseudochatonellasp), siendo responsable de una mortalidad cercana al 12% en la población de peces. La situación coincidió con una merma histórica en el cauce del río Puelo durante las estaciones de otoño y verano, como consecuencia de los escenarios adversos generados por el fenómeno del Niño y el cambio climático. Las pérdidas económicas superaron los 800 millones de dólares, con los consiguientes conflictos sociales de los que todos fuimos testigos a través de las pantallas de TV y los principales portales informativos.

 

¿Qué papel juegan los ríos australes?

 

El río Puelo es un hermoso afluente que se caracteriza por un caudal abundante. Para contextualizar, sería capaz de entregar una botella de un litro de agua a cada chileno a razón de 1 segundo. Su cauce registró un promedio de 650 m3/s entre 1944 y 2015. No sólo constituye una parada turística obligada para quienes visitan la zona -gracias a su paradisíaco entorno y lo cristalino de sus aguas- sino que además resulta fundamental en brindar equilibrio a la salinidad marina, lo que contribuye a contrarrestar el avance de las algas nocivas.

Así es: tanto el Puelo como los otros ríos australes que bañan el Fiordo de Reloncaví (Petrohué y Cochamó, además del Yelcho, Palena, Cisnes y Aysén, todos de relevancia en la zona) desempeñan un rol esencial en el equilibro de las aguas del mar. El alto porcentaje de salinidad que éstas poseen haría imposible la subsistencia de toda forma de vida, sino fuera por las aguas dulces aportadas por dichos afluentes. El Mar Muerto -ubicado entre Israel, Palestina y Jordania- es un claro ejemplo de lo que ocurriría de no mediar estos caudales: allí no es posible la vida de ninguna especie salvo las artemias, crustáceos que habitan en aguas salobres.

 

La situación del río Puelo

 

Lo observado en las aguas del Puelo puede ser un indicio para conocer lo que acontece con otros ríos australes de la Patagonia Norte. Es sabido que este afluente disminuyó su caudal de manera significativa, presentando los más bajos registros en 70 años y probablemente, también de los últimos siglos (según el Estudio de cronologías arbóreas realizado por la UACh). Esto tendría directa incidencia en los recientes episodios de marea roja en Chile, por lo que la comunidad científica está abocada a la recopilación de información relevante, que permita anticiparse exitosamente a eventos oceanográficos anómalos.

El escenario descrito tiende a ilustrar la importancia de nuestros ríos australes; pero es la mecánica que aplican las corrientes fluviales de todo el mundo. Su función en la preservación de las especies marinas -y con ello, en el equilibrio de todo el ecosistema- es de completa relevancia, lo que nos invita a tomar parte activa en su protección y la conservación de sus generosos caudales. Sólo así se podrán contener futuros episodios de marea roja en Chile y en otras latitudes.

 


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