Lincay significa en lengua nativa “Aconchar”. El camino podemos observar un frondoso bosque centenario con la presencia de arrayanes, coigues, petas, ciruelillos y de aves como el tiuque, queltehue, chorlo chileno, bandurrias, cometocino, chucao, zorzal, entre otras especies nativas que acompañan la ruta.
El avistamiento permanente de aves es un valor potencial propio de la localidad, donde también es posible encontrar cisnes de cuello negro.
La plaza es el centro del asentamiento, en torno a la cual se sitúa la iglesia, la escuela, la posta médico rural y un incipiente comercio local. El paisaje natural y social le entrega a la vida en Lincay un carácter marcado por la tranquilidad y armonía. La actividad económica se desarrolla principalmente en torno a la producción acuícola de salmones y especies mitilidas (choritos y cholgas) y la producción agrícola de autoconsumo.
La Iglesia de Lincay es una de iglesias construidas bajo la Escuela Religiosa de Arquitectura en madera (construida en el siglo XIX). Este monumento religioso y cotidiano – por la intensa relación del templo con el pueblo y con el diario vivir de la comunidad de Lincay – está orientado hacia el mar y dada su antigüedad destaca su torre esbelta que aparece desde varios puntos, en el cálido paisaje horizontal del lugar. Este hito urbano y paisajístico tiene un dado basal y dos cañas octogonales, con un chapitel curvo en la punta. Los antiguos vecinos, señalan que estos tres volúmenes principales, representan a la divina
trinidad.




























