Navegando el golfo Almirante Montt con rumbo Sur – Este, en el brazo sur pegado a la Cordillera de los Andes; que se empieza hundir en el mar, se encuentra el Fiordo Guardramiro y al final Caleta Juárez, un hermosa playa blanca de arenas y vegetación verde es la guarida de una colonia de elefantes marinos que ha decido vivir y reproducirse en esta latitud. Un santuario increíble, que con sigilo y respeto nos permitirá hacer una excursión en botes para ver de cerca estos gigantes y hermosos animales marinos. No desembarcaremos en la playa, para mantener este santuario intacto y solo haremos avistamiento y cercanía de nuestros botes de expedición.

Elefante marino o foca elefante, es un género de mamíferos pinnípedos de la familia fócidos, el elefante marino del sur o meridional (Mirounga leonina) es el que veremos en esta excursión y es el mayor pinnípedo que existe en la actualidad y, probablemente, también el mayor que ha existido en la historia del planeta Tierra.
El rasgo más notable de estas especies es la presencia de un enorme dimorfismo sexual, el mayor entre todas las especies de mamíferos. Los machos pueden alcanzar los 6 m o más de largo y hasta cuatro toneladas de peso, mientras que las hembras no superan los 3 m y los 900 kg. Los individuos masculinos, además, presentan un hocico elongado similar a una trompa corta, lo que les ha valido el apelativo de “elefante”. En el caso de los elefantes marinos del norte, los machos se diferencian también por su color más oscuro, mientras que en el caso del elefante marino del sur ambos sexos presentan una coloración grisácea.

Tras pasar casi todo el año en el mar, los elefantes marinos emigran a las costas donde nacieron para reproducirse y cambiar la piel. Los machos llegan en primer lugar y se enfrentan en batallas realmente violentas por el dominio de una porción de playa lo más grande posible, con el fin de que las hembras que lleguen posteriormente a la costa queden bajo su dominio y se apareen con ellos. Fruto de estos enfrentamientos son el gran número de cicatrices que adornan el cuello y cabeza de los machos, señal de antiguas heridas infligidas por los caninos de antiguos rivales. En el transcurso del combate, los machos pueden perder bastante sangre e incluso parte de la “trompa”, y no es raro que uno de los combatientes muera poco después de las heridas recibidas.

Tras la batalla, vuelven al mar para alimentarse y recuperarse de la contienda, volviendo regularmente a la costa para vigilar sus dominios y formar su harén, usando como reclamo la trompa, que crece hasta los 45 cm.

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